martes, 22 de junio de 2010

"Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educacion."
Simón Bolívar

Referencias Bibliográficas


Cartay, Rafael : Revista Economía Nº 11, 1996. 37-45. Universidad de los Andes.

LA ESTRUCTURA ECONÓMICA TRADICIONAL Y EL IMPACTO PETROLERO EN VENEZUELA, ARMANDO CORDOVA, 1963.

LA CUESTIÓN AGRARIA EN LA HISTORIA NACIONAL LUIS TROCONIS GUERRERO, BIBLIOTECA DE AUTORES Y TEMAS TACHIRENSES, 1962.

Conclusión


El café ha sido de valiosa importancia para la economía venezolana, en sus inicios ayudó a incrementar los ingresos nacionales gracias a la demanda del producto, sin embargo el crecimiento de la economía mundial y la cada vez mayor demanda por mejores calidades y condiciones de vida, desplazaron la producción agrícola y en especial la del café, a pesar de ser uno de los bienes más consumidos a nivel mundial, la economía venezolana descuido este rubro desde los inicios de la explotación petrolera, ya que para muchos campesinos resultaba más beneficioso dejar el campo y comenzar a trabajar en lo que hoy en día es el sostén de la economía del país; esta situación ocasiono la quiebra para muchos caficultores, y el desempleo y pobreza para aquellos que no conocían otra manera de ganarse la vida.
Este producto demuestra la perfecta capacidad de adaptación a diferentes tipos de clima, razón por la cual ha tenido tanto éxito a nivel mundial, ya que en cualquier zona se puede cultivar la planta del cafeto, un ejemplo muy claro de esto se da en Venezuela, ya que se cosecha café en todas partes de la geografía nacional, desde la región oriental hasta los andes, lugares muy alejados y muy diferentes entre ellos, y sin embargo en éstos la producción de dicho rubro es de una calidad insuperable.

Introducción


El hombre se ha caracterizado por buscar sustancias, alimentos, o cualquier otro elemento que le ocasione una sensación placentera o en la que por lo menos pueda calmar sus angustias, penas o se pueda sentir vigorizado, es por esto que en su extensiva búsqueda ha conseguido el alcohol, el tabaco, y el más moderno el café, el cual tuvo gran dificultad para entrar a los mercados europeos ya que principalmente la iglesia lo consideraba como la bebida del demonio, sin embargo la exquisitez de su aroma y sabor lograron que la población lo aceptara convirtiéndose en un vicio, tanto que en las expediciones a América el Capitán de Infantería y alférez de navío Gabriel Mathieu Cleiux trajo una pequeña planta, que sobrevivio al cambio de clima y logró implantarse en los países de la America donde luego elevaría la calidad de vida de muchas personas gracias a la gran demanda del producto, ocasionando que países como Brasil, Colombia y Venezuela se consolidaran como exportadores de café.
De esta forma la economía de Venezuela se consolida y comienza a crecer cada vez más, llegando a considerarse el café venezolano uno de los mejores del mundo, y con una variedad de 150 tipos de café se demuestra que en efecto el café venezolano es uno de los mejores del mundo, esta merecida fama ocasionó que el país se posicionara en los mercados extranjeros, y las cantidades demandadas del producto superaran inclusive lo previsto.
Sin embargo las crisis mundiales repercutieron sobre los precios del café haciendo que disminuyera la economía; y obligando a los caficultores a abandonar el oficio para conseguir mejor calidad de vida en otros lugares, lo anteriormente dicho sumado al crecimiento petrolero y a la poca planificación nacional en materia agrícola ocasionaron el descenso de la producción de café en Venezuela.

lunes, 14 de junio de 2010

Repercusiones económicas de las crisis mundiales sobre la Venezuela Cafetalera


La crisis de 1825, que deprimió económicamente a la Gran Bretaña, redujo el precio del quintal de café en Venezuela de 11 pesos en 1825 a 7,50 en 1827, cuando el peso del quintal oscilaba entorno a los 9 pesos. Entonces, muchos productores prefirieron dejar perder los frutos sobre los arbustos del café.
La crisis de 1836, provocada por la desmedida exportación de oro de Inglaterra a los Estados Unidos. Y las medidas tomadas por el Banco de Inglaterra para frenarla, así como sus efectos sobre el mercado financiero de Nueva York, trajo consigo el derrumbe de los precios del café‚ en
los años sucesivos, hasta principios de 1840.
La crisis de 1857, que afecto a Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, iniciada a raíz de la disminución de los beneficios de la exportación de las minas de oro de California y de Australia y de ciertas líneas de ferrocarril, por cierto crisis ocasionó en Venezuela la caída de los precios del café‚ en un 20 por ciento, del azúcar en un 50 por ciento y de los cueros en un 70 por ciento. El cierre casi total del mercado exterior para las exportaciones venezolanas dejó como saldo una balanza comercial desfavorable y un aumento en la deuda, tanto interna como externa.
La crisis de 1882, iniciada con la quiebra financiera de la Unión Générale francesa, difundiéndose sus efectos negativos a muchos otros bancos e industrias europeas, sacudió a la bolsa de Nueva York entre 1882 y 1884, lo que llevó a la quiebra a 404 bancos. Sus consecuencias fueron desastrosas para la economía venezolana: baja en los precios internacionales del café‚ disminución del numerario circulante y, particularmente, de los ingresos por derechos de importación que, según la Memoria de Hacienda 1884-85, " constituye la primera base de existencia del Tesoro Público"
La crisis de 1890, que estallo en París con el escándalo de Panamá y del ring del cobre, llevó a la quiebra parcial a la Casa Baring Brothers, removió al mercado financiero francés, inglés, italiano y estadounidense. Y se extendió hasta 1896, cuando se presento una severa crisis mundial de la sobreproducción de café‚ particularmente por la intensa competencia del café‚ brasileño. En Venezuela, estas crisis provocaron una drástica reducción de los precios de exportación del café‚, que duró hasta 1908. Además esos años fueron aciagos para el país, ya que además, según R. J. Velázquez (1973), se produjeron dos revoluciones, un ataque de viruela, una plaga de langostas y una larga sequía. La baja de los precios del café‚ hizo perder el crédito internacional del país, y ocasionó la paralización de las aduanas y una drástica reducción en las ventas que llevó a la quiebra a muchos comerciantes. A finales de 1898, ante la gravedad de la crisis, el gobierno de Andrade sometió a la Cámara de Comercio de Caracas tres soluciones para superarla: la emisión de papel moneda, la acuñación de monedas de plata y el incremento de un 25% en las tarifas de aduana. Prudentemente, la Cámara escogió la tercera medida.

El estado actual de la caficultura nacional


Hasta 1895 Venezuela ocupaba el tercer lugar entre los mayores productores mundiales de café, tras Brasil e Indias Holandesas. Entonces, el país producía entre el 6,5 y el 6,7 por ciento de la producción mundial, y entre el 15 y el 16 por ciento del total mundial de los cafés suaves. Al año siguiente, en 1896, Venezuela se convirtió en el segundo productor mundial y en el primero entre los grandes productores mundiales de cafés suaves. Después vino el descenso en caída libre: en 1920 descendió al tercer lugar, en 1925 al cuarto, en 1931 al quinto, en 1932 al sexto, en 1933 al octavo. En 1979, y así será durante todo el quinquenio 1979-1984, Venezuela incumplió la cuota de exportación que la Organización Internacional del Café (OIC) le había asignado. Las escasas estadísticas disponibles, muchas de ellas no comparables entre sí, evidencian claramente el estado de postración de la economía cafetalera nacional.

En 1972 existían en el país 58.940 fincas cafetaleras con una superficie plantada de 245.442 ha. Un 90,8% de esa superficie estaba plantada con la variedad Typica, con rendimientos bajos, una reducida densidad de plantas agotadas por su larga edad. Entonces, sólo 5,1% de las fincas usaban fertilizantes; 9,1% empleaban insecticidas; 2,8% fungicidas y 2,0% herbicidas. Además, un 40,5% de las explotaciones empleaban el procedimiento de beneficio seco, y 44,5% de las fincas, por su reducida extensión, no beneficiaban directamente su café.

Más de una década después, de acuerdo con los resultados del II Censo Cafetalero, realizado entre 1984 y 1985, la situación prácticamente no había cambiado: el número de fincas cafetaleras era el mismo: 58.949, y la superficie en producción apenas alcanzaba las 270.000 ha. Un 72% de la superficie productiva estaba plantada con la variedad Typica, de baja productividad, y los rendimientos promedios no alcanzaban los 6 quintales por hectárea. Las variedades mejoradas (principalmente Caturra, Bourbon y Catuai) cubrían solamente un 28% de la superficie sembrada, y la tecnología empleada era de pocos insumos: 61% de las explotaciones no aplicaban fertilizantes, 95% no utilizaban la poda tecnificada, 80% no aplicaban controles fitosanitarios. Además, un 45% de las plantaciones tenía edades superiores a los 20 años y un 29% se ubicaba fuera de los límites de altitud recomendados. Un 67% de los productores superaba los 40 años de edad, un 50% era analfabeta y un 70% no estaba organizado. Un 75% de ellos no recibía apoyo técnico.

El III Censo Nacional Cafetalero ratifica el estado de postración del sector. En 1989/1990 el número de fincas alcanzaba a 42.686 (por debajo de las 60.239 correspondientes a 1950, y de las 54.233 de 1984/1985) y la superficie cultivada a 206.325 ha, inferiores a las 339.032 de 1950 y 288.310 de 1984/1985. Aún el 39% de los productores no fertilizaba, el 68% no recibía crédito oficial, el 41% no recibía asistencia técnica y el 61% no estaba aplicada a organizaciones económicas cafetaleras. Y más de la mitad de la superficie cultivada de café tenía plantaciones con edades superiores a los dieciséis años.

Como consecuencia de tantos factores adversos, la producción nacional de café se ha mantenido estacionaria o con tendencias a la disminución. La disponibilidad para el consumo humano per cápita ha caído igualmente durante ese período desde 2,3 kg/persona/año en 1986 a 1,7 en 1994.

Las causas de este estancamiento del sector están relacionadas directamente con el abandono en que el gobierno había sumido a la actividad. El Fondo Nacional del Café (Foncafé), creado en 1975 debido a la división del Fondo Nacional del Café y del Cacao en dos organismos independientes, había abandonado sus funciones originales, convirtiéndose en un ente burocratizado, con políticas contradictorias e ineficaces, y muchos lo estigmatizaron como una fuente de enriquecimiento de la gerencia de turno. Por otra parte, los ajustes económicos estructurales redujeron sensiblemente la atención oficial, con la suspensión de créditos y de asistencia técnica y la eliminación de los subsidios a los fertilizantes.

La liberación de la comercialización del café a partir de 1990, que antes estaba monopolizada por Foncafé, y la devaluación del bolívar con respecto al dólar, abrió nuevas perspectivas a la caficultura nacional.

No obstante, persisten algunos problemas, tales como la baja productividad del cultivo, las deficientes condiciones económicas prevalecientes en las zonas productoras, la falta de apoyo técnico-financiero, el crecimiento de la broca y la precaria situación de las vías de comunicación entre otros muchos factores inciden en agravar los problemas del sector.

Foncafé, tratando de recuperar su imagen institucional y la del país como productor y exportador cafetalero, propuso en el año 1997 un programa quinquenal que busca la renovación en 14 estados de 15.000 ha de café y la recuperación de otras 10.000 ha con variedades de alto rendimiento, pero el financiamiento de este programa aún no ha sido completado adecuadamente. El aumento de precios internacionales del café, a partir de 1994, cuando subió de 0,62 US $/lb a 1,23, ha estimulado la esperanza de renacimiento de este sector que tiene una gran importancia socioeconómica y ambiental, por el elevado número de familias que ocupa y su relevante contribución a la conservación del ambiente en las zonas productoras. El 91% de las plantaciones cafetaleras del país se ubica en 39 cuencas y 76 subcuencas hidrográficas de 13 estados, donde cumple un relevante papel como cultivo conservacionista que, plantada bajo sombra recupera la biomasa y mejora los suelos debido al deshoje.

Si el programa de renovación de cafetales, combate de la broca y apoyo técnico-financiero al sector no se realiza en el corto plazo, se verá seriamente comprometida la capacidad de satisfacer la demanda interna de café de unos 900.000 Quintales anuales y perder las posibilidades de acceder a los mercados internacionales.

La decadencia de la cafitultura


En 1919 se alcanzó el punto culminante en la exportación de café, cuando ésta superó las 82.000 t. A partir de allí la caficultura experimentó alzas y bajas en la producción, por la incidencia de los dos guerras mundiales, la aparición del petróleo, la Gran Depresión, la sobreproducción cafetalera del Brasil y la desacertada política agrícola oficial venezolana.

Hasta la I Guerra Mundial (1914-1918) subsistió la estructura económica heredada del siglo XIX, con el predominio de un régimen de monocultivo agroexportador, liderado por el café. Pero la situación, en el fondo, había cambiado: los precios internacionales del café conocían una acentuada caída desde 1898 como resultado de la sobreproducción brasileña, eliminando de la competencia en los mercados internacionales a la producción venezolana. El café, que representaba un 83% del total de las exportaciones venezolanas en 1897-1898, era responsable en 1908-1909 de sólo un 48,4% de las mismas. El país conoció, entonces, serios problemas de Tesorería, y se intentó resolver tal déficit con nuevos y mayores impuestos, que redujeron la competitividad del café venezolano. A partir de allí se impuso una política de desaciertos gubernamentales, que dejó al cultivo a su suerte, desprotegido, pues los gobiernos no lograron concretar y aplicar una política proteccionista, que minimizara los efectos de las fluctuaciones internacionales de los precios, creando stocks de protección o estableciendo una política justa de subsidios al cultivo. Ya es otro, empero, el escenario. Ahora domina el petróleo, que supera a los rubros tradicionales de exportación (café, cacao, cuero, oro de minas, etc.), como fuente generadora de divisas. Ya la actividad cafetalera no es el sector de punta de la economía venezolana ni cuenta con el apoyo gubernamental.

Después vendrá la crisis estadounidense de 1929 y la Gran Depresión, que se extiende hasta 1938. La actividad agrícola pierde valor como fuente aportadora a la generación del producto territorial bruto y se acelera la concentración territorial agrícola. La economía agroexportadora, comandada por el café, va siendo liquidada gradualmente. El bolívar era, entonces, una moneda muy fuerte con respecto a otras monedas, y eso no convenía a una economía agroexportadora como la venezolana. Durante la década de 1920 la cotización promedio del bolívar había sido de 5,37 unidades por dólar. Para 1930 fue de 5,44; en 1931 de 6,75; en agosto de 1932 alcanzaba las 7,75 unidades.

El 22 de octubre de 1933 Estados Unidos, como parte de su New Deal, intentando recuperarse de la crisis que sacudía su economía, devaluó el dólar en un 34%. Muchos países que producían y exportaban bienes primarios, y cuyas economías estaban vinculadas a Estados Unidos, siguieron al dólar en su devaluación. No así Venezuela, que no desvalorizó su moneda, lo que, en la práctica, significaba valorizarla.

A finales de 1933, después de la devaluación del dólar, la paridad del bolívar era de 3,94 unidades por dólar. A partir de enero de 1934, la paridad se ubicó en 3,06 Bs./US dólar, encareciendo internacionalmente los productos agrícolas de exportación, lo que agudizó la crisis de la economía agroexportadora, reduciendo los ingresos de los exportadores, su financiamiento y su capacidad de acumulación.

En febrero de 1936 se aplicó un sistema de primas para las exportaciones de productos agropecuarios. Pero todo fue inútil, pues la decadencia del café como importante rubro de exportación ya era evidente, debilitado por los bajos precios internacionales y una moneda sobrevaluada, hasta que vino en 1937 el golpe de gracia para el sector en una primera etapa de su larga historia.

El Convenio Tinoco funcionó hasta finales de abril de 1937 cuando el gobierno decidió valorizar plenamente al bolívar al cambio de 3,09 Bs./US dólar, despejándose el camino para crear en forma definitiva una economía abierta para las importaciones y cerrada para las exportaciones no petroleras. Se impone así la economía petrolera en la estructura económica del país, en la medida en que, paralelamente, ascienden los ingresos derivados de la actividad petrolera.