"Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educacion."
Simón Bolívar
martes, 22 de junio de 2010
Referencias Bibliográficas
Conclusión
El café ha sido de valiosa importancia para la economía venezolana, en sus inicios ayudó a incrementar los ingresos nacionales gracias a la demanda del producto, sin embargo el crecimiento de la economía mundial y la cada vez mayor demanda por mejores calidades y condiciones de vida, desplazaron la producción agrícola y en especial la del café, a pesar de ser uno de los bienes más consumidos a nivel mundial, la economía venezolana descuido este rubro desde los inicios de la explotación petrolera, ya que para muchos campesinos resultaba más beneficioso dejar el campo y comenzar a trabajar en lo que hoy en día es el sostén de la economía del país; esta situación ocasiono la quiebra para muchos caficultores, y el desempleo y pobreza para aquellos que no conocían otra manera de ganarse la vida.
Este producto demuestra la perfecta capacidad de adaptación a diferentes tipos de clima, razón por la cual ha tenido tanto éxito a nivel mundial, ya que en cualquier zona se puede cultivar la planta del cafeto, un ejemplo muy claro de esto se da en Venezuela, ya que se cosecha café en todas partes de la geografía nacional, desde la región oriental hasta los andes, lugares muy alejados y muy diferentes entre ellos, y sin embargo en éstos la producción de dicho rubro es de una calidad insuperable.
Introducción
El hombre se ha caracterizado por buscar sustancias, alimentos, o cualquier otro elemento que le ocasione una sensación placentera o en la que por lo menos pueda calmar sus angustias, penas o se pueda sentir vigorizado, es por esto que en su extensiva búsqueda ha conseguido el alcohol, el tabaco, y el más moderno el café, el cual tuvo gran dificultad para entrar a los mercados europeos ya que principalmente la iglesia lo consideraba como la bebida del demonio, sin embargo la exquisitez de su aroma y sabor lograron que la población lo aceptara convirtiéndose en un vicio, tanto que en las expediciones a América el Capitán de Infantería y alférez de navío Gabriel Mathieu Cleiux trajo una pequeña planta, que sobrevivio al cambio de clima y logró implantarse en los países de la America donde luego elevaría la calidad de vida de muchas personas gracias a la gran demanda del producto, ocasionando que países como Brasil, Colombia y Venezuela se consolidaran como exportadores de café.
De esta forma la economía de Venezuela se consolida y comienza a crecer cada vez más, llegando a considerarse el café venezolano uno de los mejores del mundo, y con una variedad de 150 tipos de café se demuestra que en efecto el café venezolano es uno de los mejores del mundo, esta merecida fama ocasionó que el país se posicionara en los mercados extranjeros, y las cantidades demandadas del producto superaran inclusive lo previsto.
Sin embargo las crisis mundiales repercutieron sobre los precios del café haciendo que disminuyera la economía; y obligando a los caficultores a abandonar el oficio para conseguir mejor calidad de vida en otros lugares, lo anteriormente dicho sumado al crecimiento petrolero y a la poca planificación nacional en materia agrícola ocasionaron el descenso de la producción de café en Venezuela.
lunes, 14 de junio de 2010
Repercusiones económicas de las crisis mundiales sobre la Venezuela Cafetalera
La crisis de 1825, que deprimió económicamente a la Gran Bretaña, redujo el precio del quintal de café en Venezuela de 11 pesos en 1825 a 7,50 en 1827, cuando el peso del quintal oscilaba entorno a los 9 pesos. Entonces, muchos productores prefirieron dejar perder los frutos sobre los arbustos del café.
La crisis de 1836, provocada por la desmedida exportación de oro de Inglaterra a los Estados Unidos. Y las medidas tomadas por el Banco de Inglaterra para frenarla, así como sus efectos sobre el mercado financiero de Nueva York, trajo consigo el derrumbe de los precios del café‚ en
los años sucesivos, hasta principios de 1840.
La crisis de 1857, que afecto a Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, iniciada a raíz de la disminución de los beneficios de la exportación de las minas de oro de California y de Australia y de ciertas líneas de ferrocarril, por cierto crisis ocasionó en Venezuela la caída de los precios del café‚ en un 20 por ciento, del azúcar en un 50 por ciento y de los cueros en un 70 por ciento. El cierre casi total del mercado exterior para las exportaciones venezolanas dejó como saldo una balanza comercial desfavorable y un aumento en la deuda, tanto interna como externa.
La crisis de 1882, iniciada con la quiebra financiera de la Unión Générale francesa, difundiéndose sus efectos negativos a muchos otros bancos e industrias europeas, sacudió a la bolsa de Nueva York entre 1882 y 1884, lo que llevó a la quiebra a 404 bancos. Sus consecuencias fueron desastrosas para la economía venezolana: baja en los precios internacionales del café‚ disminución del numerario circulante y, particularmente, de los ingresos por derechos de importación que, según la Memoria de Hacienda 1884-85, " constituye la primera base de existencia del Tesoro Público"
La crisis de 1890, que estallo en París con el escándalo de Panamá y del ring del cobre, llevó a la quiebra parcial a la Casa Baring Brothers, removió al mercado financiero francés, inglés, italiano y estadounidense. Y se extendió hasta 1896, cuando se presento una severa crisis mundial de la sobreproducción de café‚ particularmente por la intensa competencia del café‚ brasileño. En Venezuela, estas crisis provocaron una drástica reducción de los precios de exportación del café‚, que duró hasta 1908. Además esos años fueron aciagos para el país, ya que además, según R. J. Velázquez (1973), se produjeron dos revoluciones, un ataque de viruela, una plaga de langostas y una larga sequía. La baja de los precios del café‚ hizo perder el crédito internacional del país, y ocasionó la paralización de las aduanas y una drástica reducción en las ventas que llevó a la quiebra a muchos comerciantes. A finales de 1898, ante la gravedad de la crisis, el gobierno de Andrade sometió a la Cámara de Comercio de Caracas tres soluciones para superarla: la emisión de papel moneda, la acuñación de monedas de plata y el incremento de un 25% en las tarifas de aduana. Prudentemente, la Cámara escogió la tercera medida.
El estado actual de la caficultura nacional
Hasta 1895 Venezuela ocupaba el tercer lugar entre los mayores productores mundiales de café, tras Brasil e Indias Holandesas. Entonces, el país producía entre el 6,5 y el 6,7 por ciento de la producción mundial, y entre el 15 y el 16 por ciento del total mundial de los cafés suaves. Al año siguiente, en 1896, Venezuela se convirtió en el segundo productor mundial y en el primero entre los grandes productores mundiales de cafés suaves. Después vino el descenso en caída libre: en 1920 descendió al tercer lugar, en 1925 al cuarto, en 1931 al quinto, en 1932 al sexto, en 1933 al octavo. En 1979, y así será durante todo el quinquenio 1979-1984, Venezuela incumplió la cuota de exportación que la Organización Internacional del Café (OIC) le había asignado. Las escasas estadísticas disponibles, muchas de ellas no comparables entre sí, evidencian claramente el estado de postración de la economía cafetalera nacional.
En 1972 existían en el país 58.940 fincas cafetaleras con una superficie plantada de 245.442 ha. Un 90,8% de esa superficie estaba plantada con la variedad Typica, con rendimientos bajos, una reducida densidad de plantas agotadas por su larga edad. Entonces, sólo 5,1% de las fincas usaban fertilizantes; 9,1% empleaban insecticidas; 2,8% fungicidas y 2,0% herbicidas. Además, un 40,5% de las explotaciones empleaban el procedimiento de beneficio seco, y 44,5% de las fincas, por su reducida extensión, no beneficiaban directamente su café.
Más de una década después, de acuerdo con los resultados del II Censo Cafetalero, realizado entre 1984 y 1985, la situación prácticamente no había cambiado: el número de fincas cafetaleras era el mismo: 58.949, y la superficie en producción apenas alcanzaba las 270.000 ha. Un 72% de la superficie productiva estaba plantada con la variedad Typica, de baja productividad, y los rendimientos promedios no alcanzaban los 6 quintales por hectárea. Las variedades mejoradas (principalmente Caturra, Bourbon y Catuai) cubrían solamente un 28% de la superficie sembrada, y la tecnología empleada era de pocos insumos: 61% de las explotaciones no aplicaban fertilizantes, 95% no utilizaban la poda tecnificada, 80% no aplicaban controles fitosanitarios. Además, un 45% de las plantaciones tenía edades superiores a los 20 años y un 29% se ubicaba fuera de los límites de altitud recomendados. Un 67% de los productores superaba los 40 años de edad, un 50% era analfabeta y un 70% no estaba organizado. Un 75% de ellos no recibía apoyo técnico.
El III Censo Nacional Cafetalero ratifica el estado de postración del sector. En 1989/1990 el número de fincas alcanzaba a 42.686 (por debajo de las 60.239 correspondientes a 1950, y de las 54.233 de 1984/1985) y la superficie cultivada a 206.325 ha, inferiores a las 339.032 de 1950 y 288.310 de 1984/1985. Aún el 39% de los productores no fertilizaba, el 68% no recibía crédito oficial, el 41% no recibía asistencia técnica y el 61% no estaba aplicada a organizaciones económicas cafetaleras. Y más de la mitad de la superficie cultivada de café tenía plantaciones con edades superiores a los dieciséis años.
Como consecuencia de tantos factores adversos, la producción nacional de café se ha mantenido estacionaria o con tendencias a la disminución. La disponibilidad para el consumo humano per cápita ha caído igualmente durante ese período desde 2,3 kg/persona/año en 1986 a 1,7 en 1994.
Las causas de este estancamiento del sector están relacionadas directamente con el abandono en que el gobierno había sumido a la actividad. El Fondo Nacional del Café (Foncafé), creado en 1975 debido a la división del Fondo Nacional del Café y del Cacao en dos organismos independientes, había abandonado sus funciones originales, convirtiéndose en un ente burocratizado, con políticas contradictorias e ineficaces, y muchos lo estigmatizaron como una fuente de enriquecimiento de la gerencia de turno. Por otra parte, los ajustes económicos estructurales redujeron sensiblemente la atención oficial, con la suspensión de créditos y de asistencia técnica y la eliminación de los subsidios a los fertilizantes.
La liberación de la comercialización del café a partir de 1990, que antes estaba monopolizada por Foncafé, y la devaluación del bolívar con respecto al dólar, abrió nuevas perspectivas a la caficultura nacional.
No obstante, persisten algunos problemas, tales como la baja productividad del cultivo, las deficientes condiciones económicas prevalecientes en las zonas productoras, la falta de apoyo técnico-financiero, el crecimiento de la broca y la precaria situación de las vías de comunicación entre otros muchos factores inciden en agravar los problemas del sector.
Foncafé, tratando de recuperar su imagen institucional y la del país como productor y exportador cafetalero, propuso en el año 1997 un programa quinquenal que busca la renovación en 14 estados de 15.000 ha de café y la recuperación de otras 10.000 ha con variedades de alto rendimiento, pero el financiamiento de este programa aún no ha sido completado adecuadamente. El aumento de precios internacionales del café, a partir de 1994, cuando subió de 0,62 US $/lb a 1,23, ha estimulado la esperanza de renacimiento de este sector que tiene una gran importancia socioeconómica y ambiental, por el elevado número de familias que ocupa y su relevante contribución a la conservación del ambiente en las zonas productoras. El 91% de las plantaciones cafetaleras del país se ubica en 39 cuencas y 76 subcuencas hidrográficas de 13 estados, donde cumple un relevante papel como cultivo conservacionista que, plantada bajo sombra recupera la biomasa y mejora los suelos debido al deshoje.
Si el programa de renovación de cafetales, combate de la broca y apoyo técnico-financiero al sector no se realiza en el corto plazo, se verá seriamente comprometida la capacidad de satisfacer la demanda interna de café de unos 900.000 Quintales anuales y perder las posibilidades de acceder a los mercados internacionales.
La decadencia de la cafitultura
En 1919 se alcanzó el punto culminante en la exportación de café, cuando ésta superó las 82.000 t. A partir de allí la caficultura experimentó alzas y bajas en la producción, por la incidencia de los dos guerras mundiales, la aparición del petróleo, la Gran Depresión, la sobreproducción cafetalera del Brasil y la desacertada política agrícola oficial venezolana.
Hasta la I Guerra Mundial (1914-1918) subsistió la estructura económica heredada del siglo XIX, con el predominio de un régimen de monocultivo agroexportador, liderado por el café. Pero la situación, en el fondo, había cambiado: los precios internacionales del café conocían una acentuada caída desde 1898 como resultado de la sobreproducción brasileña, eliminando de la competencia en los mercados internacionales a la producción venezolana. El café, que representaba un 83% del total de las exportaciones venezolanas en 1897-1898, era responsable en 1908-1909 de sólo un 48,4% de las mismas. El país conoció, entonces, serios problemas de Tesorería, y se intentó resolver tal déficit con nuevos y mayores impuestos, que redujeron la competitividad del café venezolano. A partir de allí se impuso una política de desaciertos gubernamentales, que dejó al cultivo a su suerte, desprotegido, pues los gobiernos no lograron concretar y aplicar una política proteccionista, que minimizara los efectos de las fluctuaciones internacionales de los precios, creando stocks de protección o estableciendo una política justa de subsidios al cultivo. Ya es otro, empero, el escenario. Ahora domina el petróleo, que supera a los rubros tradicionales de exportación (café, cacao, cuero, oro de minas, etc.), como fuente generadora de divisas. Ya la actividad cafetalera no es el sector de punta de la economía venezolana ni cuenta con el apoyo gubernamental.
Después vendrá la crisis estadounidense de 1929 y la Gran Depresión, que se extiende hasta 1938. La actividad agrícola pierde valor como fuente aportadora a la generación del producto territorial bruto y se acelera la concentración territorial agrícola. La economía agroexportadora, comandada por el café, va siendo liquidada gradualmente. El bolívar era, entonces, una moneda muy fuerte con respecto a otras monedas, y eso no convenía a una economía agroexportadora como la venezolana. Durante la década de 1920 la cotización promedio del bolívar había sido de 5,37 unidades por dólar. Para 1930 fue de 5,44; en 1931 de 6,75; en agosto de 1932 alcanzaba las 7,75 unidades.
El 22 de octubre de 1933 Estados Unidos, como parte de su New Deal, intentando recuperarse de la crisis que sacudía su economía, devaluó el dólar en un 34%. Muchos países que producían y exportaban bienes primarios, y cuyas economías estaban vinculadas a Estados Unidos, siguieron al dólar en su devaluación. No así Venezuela, que no desvalorizó su moneda, lo que, en la práctica, significaba valorizarla.
A finales de 1933, después de la devaluación del dólar, la paridad del bolívar era de 3,94 unidades por dólar. A partir de enero de 1934, la paridad se ubicó en 3,06 Bs./US dólar, encareciendo internacionalmente los productos agrícolas de exportación, lo que agudizó la crisis de la economía agroexportadora, reduciendo los ingresos de los exportadores, su financiamiento y su capacidad de acumulación.
En febrero de 1936 se aplicó un sistema de primas para las exportaciones de productos agropecuarios. Pero todo fue inútil, pues la decadencia del café como importante rubro de exportación ya era evidente, debilitado por los bajos precios internacionales y una moneda sobrevaluada, hasta que vino en 1937 el golpe de gracia para el sector en una primera etapa de su larga historia.
El Convenio Tinoco funcionó hasta finales de abril de 1937 cuando el gobierno decidió valorizar plenamente al bolívar al cambio de 3,09 Bs./US dólar, despejándose el camino para crear en forma definitiva una economía abierta para las importaciones y cerrada para las exportaciones no petroleras. Se impone así la economía petrolera en la estructura económica del país, en la medida en que, paralelamente, ascienden los ingresos derivados de la actividad petrolera.
El auge de la economía cafetalera
El cultivo había cumplido su ciclo como viajero. Hasta el siglo XIX, había viajado desde Guayana a la región central, donde se ubicó particularmente en los valles de Caracas y de Aragua, y luego, en el siglo XIX, se desplazó hacia la región centro-occidental. Hacia 1880, habiendo penetrado desde algunas décadas antes las laderas andinas, el café se convirtió en el fruto por excelencia de esa región, y los tres estados andinos se perfilaron como líderes de la producción cafetalera nacional.
Los precios mundiales de café se habían mantenido bajos entre las décadas de 1820 y 1840, para luego recuperarse hasta alcanzar su nivel más alto, entre movimientos cíclicos de alzas y bajas, hacia mediados de la década de 1890, lo que favoreció a muchas zonas productoras donde el cultivo se había establecido en cierta escala antes de 1850, como sucedió en Venezuela, Haití y Costa Rica, y propició el fomento del cultivo en otras áreas, como Guatemala, México, El Salvador y Colombia. En ese contexto, se desarrolló la caficultura andina venezolana.
Para 1924 el estado Táchira pasó a ser el primer productor nacional, con un 28,73% del total nacional, seguido por Lara (13,94%) y Mérida (12,28%). El estado Trujillo, también andino, produjo un modestísimo 0,26%, pero para 1937 contribuyó con un 13,86% de la producción nacional de café. El cultivo había encontrado en los Andes su tierra de gracia, pero también de drama.
Los precios mundiales de café se habían mantenido bajos entre las décadas de 1820 y 1840, para luego recuperarse hasta alcanzar su nivel más alto, entre movimientos cíclicos de alzas y bajas, hacia mediados de la década de 1890, lo que favoreció a muchas zonas productoras donde el cultivo se había establecido en cierta escala antes de 1850, como sucedió en Venezuela, Haití y Costa Rica, y propició el fomento del cultivo en otras áreas, como Guatemala, México, El Salvador y Colombia. En ese contexto, se desarrolló la caficultura andina venezolana.
Para 1924 el estado Táchira pasó a ser el primer productor nacional, con un 28,73% del total nacional, seguido por Lara (13,94%) y Mérida (12,28%). El estado Trujillo, también andino, produjo un modestísimo 0,26%, pero para 1937 contribuyó con un 13,86% de la producción nacional de café. El cultivo había encontrado en los Andes su tierra de gracia, pero también de drama.
La expansión del cultivo
El cultivo del café se extendió a San Antonio, Las Minas y los valles de Aragua a partir de 1784, pasando luego a las provincias de Carabobo y Barcelona. En 1776 se observaron cultivos en Cumaná y Río Caribe. En 1780 el cultivo se extendió al occidente, difundiéndose en tierras andinas: en Mérida, donde a pesar de una temprana introducción, probablemente antes de 1777, comenzaron a fundarse plantaciones después de la Guerra de Independencia; en Táchira, gracias a la iniciativa de Gervasio Rubio, quien lo introdujo en 1794 a la hacienda La Yegüera, en las inmediaciones de la población que más tarde, en 1855, sería llamada Rubio; en Trujillo, probablemente introducido por Francisco de Labastida en 1801, y siguiendo por los Andes tachirenses, el cafeto continuó su viaje hasta Colombia, penetrando por Cúcuta y Salvador de las Palmas. Hacia 1809, según José Domingo Rus, en su descripción geográfica de la provincia de Maracaibo, en Mérida abundaba el café, en Táchira se daba mucho, y en Trujillo ya había algún café.
Poco a poco el café fue desplazando al cacao como el principal rubro de exportación de la economía venezolana. El cacao, que había reinado casi solitario en la escena económica nacional entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, declina visiblemente en su predominio desde principios del XIX. Hacia 1830, la sustitución del cacao por el café ya es un hecho que se expresa por un doble desplazamiento: el del cacao, que se traslada desde el centro al occidente y, particularmente, al oriente del país, convirtiendo a Carúpano en el principal puerto de exportación de cacao en Venezuela y en una de las plazas comerciales más importantes del país; y el del café, del centro a los Andes, valorizando a las laderas, dinamizando económica y políticamente a las tierras andinas, especialmente al Táchira, y dando un enorme impulso al puerto de Maracaibo, que actuaba como la salida natural de las exportaciones cafetaleras de la región andina y del departamento colombiano del Norte de Santander.
La expansión del cultivo del café en Venezuela se inscribe dentro de un escenario de grandes cambios en la producción y en el consumo. Desde inicios del siglo XIX el consumo mundial de café se había incrementado rápidamente, especialmente en Estados Unidos, que importaba a principios del siglo unos 100.000 sacos anuales, menos del 10% de consumo mundial, elevándose al 30% entre 1855-1859 y al 40% entre 1880-1890. Notables crecimientos del consumo también se observaban en Alemania y Francia.
El desarrollo de la agricultura andina tuvo una enorme repercusión económica y política en el país: incorporó a la producción tierras hasta ese momento inexplotadas de la zona montañosa del nor-occidente, reforzó la pequeña propiedad agrícola andina, dinamizó una región deprimida, estimuló los flujos importadores de Colombia, incorporó al Táchira al escenario político venezolano, fortaleció la red urbana andina e indujo cambios en las formas de vida.
Y dinamizó igualmente a la región zuliana, especialmente a Maracaibo. Hacia 1841 vivían en Maracaibo unos 60 comerciantes alemanes. Algunos se dedicaban a la explotación y comercio de la madera. Y otros a la exportación de café, de la que fueron casi pioneros, junto con otras casas comerciales extranjeras, como las italianas Riboli y Abbo. Hacia 1870 las firmas alemanas Minlos, Breuer (más tarde, en 1896 Breuer, Möller y Co.), Steinvorth; Van Dissel Thies (luego Van Dissel Rode), Blohm, Schmilinski, Feuner, etc., controlaban la exportación de café desde Maracaibo, extendiendo sus redes comerciales por el estado Táchira, otros estados andinos, y hasta Cúcuta y Bucaramanga. Desde sus casas centrales en Maracaibo, establecieron sucursales en San Cristóbal, Rubio, Valera, Sabana de Mendoza, Motatán, etc. Pero no sólo eran exportadores, sino también importadores, prestamistas, almacenadores, transportistas, aseguradores, consignatarios, etc. A finales del siglo XIX, según Herwig, el comercio exterior desde Maracaibo estaba controlado por cinco casas comerciales alemanas: Blohm, Breuer, Van Dissel, H. Bornhorst y Schon-Willson.
Introducción del café en Venezuela
Se cree que se introdujo esta planta en las tierras adyacentes al caudaloso Orinoco, recibir en sus entrañas calientes las primeras semillas de café introducidas en Venezuela, por los Misioneros Castellanos, por los años 1730 a 1732. Se cree que fue el misionero José Gumilla, autor del "Orinoco Ilustrado y Defendido" quien introdujo y sembró las primeras semillas en terrenos de su misión, cuando afirma: "El café, fruto tan apreciable, yo mismo hice la prueba, lo sembré, y a propósito para dar cosechas de este fruto".
Fue más tarde, por los años 1783 a 84, que se hizo la primera plantación de café en los jardines de la Aldea de Chacao, en la célebre hacienda "La Floresta", que hoy lleva aún este nombre; Blandín, hoy Country Club y San Felipe, hoy Urbanización La Castellana.
Fue el presbítero Pedro Ramón Palacios y Sojo, quien en compañía del Presbítero García Mohedano, fundó la primera plantación de café en Venezuela y la primera escuela de música, pues amaban tanto a ésta como a la naturaleza. En efecto, por una de aquellas casualidades, como en el caso de la denominación de América para este Continente, en honor de aquel Américo Vespucio que fue de escasa figuración en el descubrimiento de América, se atribuye solo al Presbítero Antonio José García Mohedano, la primera siembra comercial de café en Venezuela, cuando tanto éste, como el Presbítero Palacios y Sojo tuvieron igual participación en el memorable hecho, así fue como en el año 1799, poco antes de morir el Padre Palacios, deja herederos universal de sus bienes a la Congregación de Padres Neristas y por Administrador de su hacienda a Don Martín Tovar Ponte. Fue, pues, en la hacienda de propiedad del Presbítero Palacios y Sojo, en donde sembraron los primeros cafetos en escala comercial y fue igualmente allí en donde se celebró la degustó de la primera taza de café, preparada con los primeros frutos cosechados en la plantación nombrada, acto que fue amenizado con partituras de Mozart Pleyel y Haydh, fiesta bellamente descrita por Arístides Rojas y Luis Correa, a quien tantas páginas memorables debe Venezuela.
Venezuela fue un gran exportador de café y cacao durante los primeros años del Siglo pasado marcando una pauta especial gracias a su calidad de renombre internacional, luego con el proceso petrolero poco a poco fue reduciendo su área de siembra, sin embargo y a pesar de tantas dificultades, el café representa un rubro muy valioso para la economía primaria de miles de caficultores que viven gracias al cultivo del café.
Introducción del café en América
Esta exquisita bebida trae consigo diferentes mitos acerca de su llegada al nuevo mundo, algunos aseguran que la planta fue trasladada desde Francia hasta Martinica en las Antillas, a cargo del Capitán de Infantería y Alférez de Navio Gabriel Mathieu Cleiux, el mismo prestaba servicios militares en la isla anteriormente dicha. Algunos historiadores afirman que fue en el año 1723, cuando se le confirmó la misión de llevar a Martinica una pequeña planta de café que aún cuando no parecía muy vigorosa, pudo soportar los rigores del cambio ambiental de un invernadero a la irradiación solar de una zona tropical. Pero es que el cafeto posee una extraordinaria capacidad de adaptación, por lo cual esta les reservaba la gloria de extenderse por los valles y serranías de clima medio de los países americanos, para colocar las bases de la riqueza que ha dado el progreso de 18 de ellos. Y que sobre el famoso viaje de Clieux, éste mismo escribió que partió de Nantes en 1723, y que en los marineros había un sujeto de ánimo perverso que con frecuencia se mofaba del alférez por el interés que exteriorizaba por la vida del cafeto, hasta compartir con él su ración diaria de agua, sin sospechar que con tan laudable actitud defendía el germen de la riqueza agrícola que por mayor tiempo ha beneficiado económicamente a millones de personas del continente.
Otra versión atribuye a los holandeses la introducción del cafeto en América y también como su descubrimiento, hecho que está rodeado de leyendas como toda la literatura referente a dicho arbusto. En esta versión se afirma que un prófugo de Cayena, de apellido Mourges, quien introdujo a la Guayana Francesa, en donde dicha planta se cultivaba con anterioridad. Sucedió que Mourges deseando regresar a sus lares, ofreció llevar semillas al director del panal, si le permitía hacerlo sin castigo adicional. Tan tentadora como ingenua propuesta fue aceptada de inmediato, más por recapturar al prófugo que por adquirir algunas semillas de una planta que aún no había conquistado el prestigio y la popularidad que pronto alcanzaría.
Pero no se detuvo allí este famoso conquistador de naciones, germen de una estructura social de larga vigencia en América. Continuó su expansión hasta casi todo el Continente Americano en donde sentó su planta definitivamente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)